Todo empezó hace unas semanas cuando desde el Club Vigia nos informaron que se iba a realizar una Crono-Entreno Trail por parejas con recorrido libre. Dicho entreno puntuaba en la liga interna del Club.
No os voy a engañar tal como lo leí pensé “al igual me apunto yo a esto. No he corrido en mi vida por montaña y ni por asfalto he hecho más de 8 kms. Así que paso”. Y me olvidé del tema.
Pero el “destino” no me lo iba a poner tan fácil.
Unos días después mi pareja sacó el tema. Se había encontrado al vecino y lo habían estado comentado. Y me dijo “oye he pensado que nos podíamos apuntar”….”¿queeeee? ¿apuntarnos??? Pero tú me has visto bien? Te recuerdo que no he corrido nunca por montaña y que soy incapaz de correr más de 5 kms….pero parecía que no se iba a olvidar del tema tan fácilmente. Así que volvió a insistir “me ha dicho el vecino que él va con la mujer y la van a hacer caminando. Nosotros también la podemos hacer caminando”.
Y para una vez que era él el que me decía de apuntarnos a correr juntos y visto que se podía hacer caminando, me convenció.
Y ahí estábamos los dos inscribiéndonos. ¡¡¡Que locura!!!!
Lo primero que le dije es” habrá que entrenar para por lo menos saber a que nos enfrentábamos”. No se vosotros pero yo aún estoy esperando salir a entrenar.
Mi único pensamiento era “yo no voy”.
Y el día llegó.
Hasta el último momento le pregunté a mi pareja “¿estás seguro que te apetece ir? Y si pasamos?. Pero nada que nos cambiamos, nos pusimos las camisetas del club y para el Decathlon que nos fuimos.
No voy a negar que todos mis pensamientos eran pesimistas, “cuando me canse lo dejo”, “como me caiga verás”, “fijo que no acabamos o llegaremos los últimos”…..
Pero al girar la esquina y ver al fondo a todos los compañeros se me olvidó. Si todos aquellos “locos” estaban allí es porque seguro sería divertido.
Así que después de saludar a unos y hablar con otros empezó todo. Fuimos saliendo por parejas a intervalos de tiempo. Éramos los séptimos sino recuerdo mal.
Cheito- Sara adelante. Y empezamos a correr siguiendo a los demás compañeros.
“Madre mía, ¿era necesario empezar en subida”. Y no sería la última. La de subidas, pendientes y cuestas que tienen esas montañas.
Yo llegué a la “entrada” casi sin aliento y no llevaba ni 150 metros. ¿Cómo iba a hacer más de 12 kms o más?
Y tocó empezar de verdad por la montaña.
Mi guía particular decidió que nuestro primer destino sería la Cruz Montigalá. Ya me avisó que sería durillo pero que era la mejor opción. “¿La mejor opción para que, para morirme? Menudas pendientes, todo para arriba…y cuando quedaban los últimos metros me dice podemos ir por el camino ancho o por la trialera, aunque yo iría por la trialera que es más corto”. Yo como no tenía ni idea le dejé escoger. No veas la trialera, mis piernas lloraban….
Primer punto de control. Allí estaba el compañero con su dron y algún otro acompañante. Solo recuerdo haberle dicho “¿ya me puedo morir” y me dijo que aún no. Y lo peor es que solo llevábamos 2 kms y medio!!!
Continuamos hacía el siguiente punto de control. Mi guía dudó entre ir a la Font del Lleó o les Dues pedres pero se decidió por el segundo (luego se arrepintió pero ya era tarde).
El camino a les Dues Pedres me gustó más ya que me resultó más “asequible”, por lo menos no parecía tan empinado. Por el camino nos fuimos cruzando compañeros con los que bromeamos y a los que animamos.
Y al final del camino nuestra genial Vicky animándonos y haciéndonos la foto de rigor. ¡Y llegué corriendo!
A por la Font del Lleó. Tampoco estuvo mal y como recompensa ese agüita que nos sentó de lujo.
Pero yo ya no estaba para muchas más fiestas y menos para las trialeras por las que me metió mi compañero de aventuras. Mas que un entreno trail parecía que estábamos haciendo escalada.
Llegar a la ermita fue una tortura y aún quedaba la torre Vigia.
Yo no le veía el final y para colmo mi pareja me dice “mira solo nos queda la torre Vigia que está allí delante. ¿la ves?” pero si parecía que estaba a 25 kms.
Pues nada para allá que fuimos, yo solo veía cuestas y en cada una el Cheito me decía “es la última”… que gracioso el tío.
Seguimos cruzándonos con compañeros e intentamos liar a alguno despistándolos a la hora de coger el camino más apropiado, pero siempre en broma.
Y sin darnos cuenta ya estaba delante nuestra. Lo mejor de llegar, aparte de ser el último punto de control, fue ver a los voluntarios allí animándonos. Sobre todo al chiquitín que nos chocó la mano. Y que vistas.
Ahora tocaba volver. Todavía nos tocó pelear con alguna subida pero empezó lo bueno pronto. Las bajadas. Eso sí que fue alucinante, bajar por las trialeras a toda velocidad. Yo solo pensé como te tropieces te rompes un tobillo pero disfruta.
Y es lo que hicimos, disfrutar y olvidarnos de todas las subidas y de todos los kms dejados a la espalda. Y como quien no quiere la cosa en un abrir y cerrar de ojos ya estábamos llegando a la meta.
Ese fue el mejor momento, con la gente aplaudiendo y ese presi, micrófono en mano animándonos. Ver que lo habíamos conseguido, que habíamos sido capaces de hacerlo y de llegar hasta el final fue una gran recompensa.
Valió la pena hacer ese entreno, fue duro para ser la primera vez, pero me quedo con la paciencia y el apoyo de mi pareja, el ánimo de los compañeros, las bromas por el camino y ver que somos un club increíble.
Espero que te haya gustado 🙂